1910Fábrica de Gas San Borja
El alumbrado de gas comenzó a usarse en América Latina desde mediados del siglo XIX. El gas se obtenía principalmente del carbón de piedra, mediante una serie de procesos que incluían la destilación del carbón, la refrigeración y condensación de los elementos volátiles, el lavado del gas, su purificación, medición y almacenamiento usualmente en gasómetros.
Hacia 1856 la Municipalidad de Santiago entregó el privilegio exclusivo del servicio de gas por 30 años a José Tomás Urmeneta (1808-1878) y Maximiano Errázuriz (1832-1890), quienes establecieron la primera empresa de alumbrado de gas de Santiago[2]. El 16 de diciembre de 1865 se constituyó la sociedad anónima Compañía de Gas de Santiago -que más tarde pasaría a llamarse Compañía de Consumidores de Gas de Santiago S.A.- y que marcó también el paso de una empresa de carácter familiar a una sustentada por un grupo de capitales [3].
Entre 1856 y 1860 los empresarios levantaron la Fábrica San Miguel la que se ubicó en el barrio Yungay, entre las calles Moneda y San Miguel. El incremento en la demanda obligó a la junta directiva a pensar en la construcción de nuevas instalaciones, a invertir y mejorar los procesos de producción de gas. El crecimiento del volumen de gas en un 46%, entre 1900 y 1905, se vio acompañado por la construcción entre 1905 y 1909 de la Fábrica de Gas San Borja, que comenzó a operar en 1910[4]. La expansión urbana de la capital, el aumento del uso del gas en el ámbito doméstico y su uso en establecimientos industriales llevaron a que la nueva fábrica prontamente se viera sujeta a programas de ampliación e inversión en maquinarias.
La Fábrica de Gas San Borja fue levantada entre las calles Antofagasta al norte, Antonio Varas (actual calle Obispo Manuel Umaña) al poniente, y limitando al oriente y sur, con las líneas del ferrocarril de Santiago al sur y de Santiago a Melipilla, en el denominado “barrio de Chuchunco”. En su edificación se utilizó fierro y ladrillo refractario, para soportar las altas temperaturas[5]. Situada en la periferia santiaguina, supo proyectarse en un espacio dominado por la vida bohemia y la entretención, propios de los alrededores de la Estación Central[6]. La cercanía con la estación de trenes trajo ventajas al proceso de producción del gas, acelerando el traslado de materias primas, como el carbón traído desde el sur del país y de los bienes industriales importados del extranjero.
La Fábrica de Gas San Borja impulsó la transformación del espacio urbano que la rodeaba. El aumento del consumo de gas trajo consigo una expansión de la red de cañerías de gas urbano, que pasó de alrededor de 100 kilómetros a fines del siglo XIX a 420 kilómetros hacia 1930[7]. La fábrica permitió la introducción del gas en el espacio doméstico, sustituyó a la leña y la madera, como combustible para el funcionamiento de la cocina, y a su vez introdujo al mercado nuevos artefactos como el calefón y las estufas a gas, incidiendo en el aumento del consumo en la población[8].
Los procesos de elaboración del gas trajeron consigo nuevos desafíos tecnológicos. Destacó el uso del hierro y acero en la construcción de los gasómetros, los que con sus más de 30 metros de altura, se convirtieron en símbolos de los nuevos procesos de producción y distribución energética. Estos permitieron el almacenamiento del gas y su distribución, por intermedio de una red de cañerías de fierro y acero importadas desde Inglaterra, que nacían en los gasómetros e incluían poderosos sistemas de compresión. Como materia prima para la producción del gas se usaba el carbón, proveniente de Schwager, Lota y Curanilahue, y más tarde el coke y la nafta. Como subproducto del proceso de fabricación se obtenía el alquitrán o brea, y otras materias que se usaban como base para la elaboración de pinturas.
Pese a la gradual penetración de la electricidad y a la competencia que esta impuso desde fines del siglo XIX, el gas continuó siendo una energía central para el funcionamiento de la sociedad capitalina del siglo XX. La Fábrica de Gas San Borja abasteció de gas a la capital por mas de ochenta años, liderando una verdadera revolución en torno al uso de nuevas energías en los hogares de los santiaguinos.
[1] Ricardo Nazer y Gerardo Martínez, GASCO: Historia de la Compañía de Consumidores de Gas de Santiago, S.A, 1856-1996 (Santiago: Ediciones Universidad Católica de Chile, 1996), 30.
[2] Nazer y Martínez, GASCO: Historia de la Compañía, 30. Juan E. Vargas, La Sociedad de Fomento Fabril: 1883-1928 (Santiago: Impr. Universidad Católica, 1976), 32.
[3] Diario Oficial de la República de Chile, N° 21.566, (28 de enero de 1950) Nazer y Martínez, GASCO: Historia de la Compañía, 60.
[4] Memoria Compañía de Consumidores de Gas de Santiago: 1909 (Santiago, 1909).
[5] Nazer y Martínez, GASCO: Historia de la Compañía, 129.
[6] Roberto Merino, Santiago de Memoria (Santiago: Ed. Planeta, 1997), 144-145.
[7] Nazer y Martínez, GASCO: Historia de la Compañía, 142.
[8] Nazer y Martínez, GASCO: Historia de la Compañía, 166.