1890Viaducto del Malleco

as décadas del siglo XIX se llevó a cabo un ambicioso proyecto de expansión de la red ferroviaria en Chile con el objetivo mejorar la conexión del centro sur del país. Este proyecto buscaba impulsar el desarrollo de las provincias y apoyar el proceso de ocupación de la Araucanía.

Durante las últimas décadas del siglo XIX se llevó a cabo un ambicioso proyecto de expansión de la red ferroviaria en Chile con el objetivo mejorar la conexión del centro sur del país. Este proyecto buscaba impulsar el desarrollo de las provincias y apoyar el proceso de ocupación de la Araucanía. Durante la colonia las autoridades españolas no lograron instalarse completamente en esta región y la línea divisoria del río Bio Bio se transformó en una zona de frontera[1]. En este contexto, la expansión de la red ferroviaria representaba una oportunidad geopolítica trascendental que ampliaba los límites terrestres. Además, ofrecía oportunidades económicas significativas, especialmente en la explotación de nuevas áreas agrícolas y la estimulación de la actividad comercial en la región.

La construcción del Viaducto del Malleco fue un componente esencial de este proyecto. Este impresionante puente ferroviario fue inaugurado el 26 de octubre de 1890 por el presidente José Manuel Balmaceda (1886-1891). La obra se construyó sobre el río Malleco en la comuna de Collipulli, en la Región de la Araucanía, cumplió la importante función de conectar el tramo Renaico-Victoria y fue parte integral de la construcción de la línea férrea entre Angol y Traiguén.

Este puente ferroviario fue aclamado en su época como el más alto del mundo, y su construcción representó una hazaña ingenieril impresionante. No solo destacaba por su imponente altura de 102 metros, longitud de 347,5 metros y peso de 1.401.344 kilogramos, sino también por los desafíos que implicaba al ser construido sobre el cauce del río Malleco, que alcanzaba profundidades de alrededor de 70 metros en algunas áreas[2]. Fue diseñado para resistir 3.6 toneladas por metro corrido del puente, un logro posible gracias a la modernización tecnológica que permitió reemplazar la madera por el fierro. Esta innovación en la construcción aseguró la solidez y durabilidad de la estructura, superando los desafíos técnicos y garantizando su estabilidad a lo largo del tiempo.

El diseño del puente estuvo a cargo del ingeniero chileno Victorino Aurelio Lastarria (1844-1888), quien fue responsable de importantes obras ferroviarias en Chile y Perú. Entre ellas se encuentran la evaluación del ferrocarril que conectara Iquique y La Paz, así como el ferrocarril de Lima a Oroya. Tras un riguroso proceso de licitación, la empresa francesa Schneider e Cie. (Creusot) fue seleccionada para llevar a cabo el ambicioso diseño de Lastarria, presentando una oferta valuada en 830.000 francos[3]. El acuerdo entre el gobierno chileno y Schneider se firmó directamente con el representante de Chile en París, Alberto Blest Gana, el 20 de diciembre de 1886[4].

La fabricación de la estructura se realizó en los talleres de la empresa en Francia, y las piezas fueron transportadas por barco a través del estrecho de Magallanes en un extraordinario esfuerzo logístico. La movilización de estas grandes piezas fue todo un desafío. Lamentablemente, Lastarria falleció en 1888 sin poder presenciar la culminación de su obra. En la inauguración del viaducto, el presidente Balmaceda afirmó: “Vuestros nombres no se borrarán del recuerdo de los chilenos”, reconociendo la importancia y el legado de los involucrados en la construcción del puente[5].

La construcción del viaducto estuvo estrechamente vinculada a diversos factores, como los aspectos políticos, económicos y de diseño de la época. Principalmente, por el plan de gobierno del presidente Juan Manuel Balmaceda quién lideró esta importante iniciativa al reconocer la necesidad de implementar políticas que promovieran la integración nacional y el progreso. El viaducto ferroviario se convirtió en un símbolo emblemático del avance de la industria moderna, el poder de la ciencia, el capital y el trabajo y la reconquista del territorio araucano[6].

Balmaceda, en su discurso inaugural del Viaducto, destacó la trascendencia de esta obra, no solo en términos de transformación territorial, sino también contemplar los intereses presentes y futuros de la nación. Enfatizó que “este impresionante monumento dejará una marca imborrable en las generaciones venideras” y expresó que “al inaugurar este símbolo del conocimiento y el esfuerzo, brindo a todos ustedes un abrazo de patriotismo”[7].

La imponente estructura que se alza en la actualidad es la misma que fue instalada hace más de un siglo y fue declarado oficialmente monumento nacional en la categoría de monumento histórico mediante el Decreto Supremo Nº686 del 25 de septiembre de 1990.


[1] Pablo Pereira, La historia del Viaducto del Malleco a 125 años de su inauguración, El Collipullense, 26/10/2015

[2] Nicolás Llantén Quiróz, Balmaceda: el viaducto ejemplar, Fundación Balmaceda. El centro del pensamiento liberal. Jul 26, 2020, https://www.fundacionbalmaceda.cl/balmaceda-el-viaducto-ejemplar/#:~:text=%E2%80%9CTengo%20fe%20profunda%20en%20mis,todos%20el%20abrazo%20del%20patriotismo.

[3] Muñoz Lagos, Marino, 1925-2017. Viaducto del Malleco, monumento de la ingeniería mundial. El Magallanes (Diario: Punta Arenas, Chile). Archivo de Referencias Críticas.  http://www.bibliotecanacionaldigital.gob.cl/bnd/628/w3-article-580617.html.

[4] Pablo Fuentes Hernández y Tirza Barría Catalán, La construcción del territorio en los discursos presidenciales. La ocupación republicana de La Frontera, Chile, 1883-1891, Cuaderno de Investigación Urbanística nº 143, 2022, p. 63-78

[5] Rafael Sagredo y Eduardo Devés, Discursos de José Manuel Balmaceda. Iconografía. Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, 1992, p. 225.

[6] Rafael Sagredo Baeza, Vapor al norte, tren al sur. El viaje presidencial como práctica política en Chile. Siglo XIX, Colección Sociedad y Cultura, 2001

[7] Rafael Sagredo y Eduardo Devés, Discursos de José Manuel Balmaceda. Iconografía. Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, 1992, p. 225.